26/7/11

Fiestas de Toros – Bosquejo Histórico


Fruto de un convenio entre la Fundación Real Maestranza de Caballería de Sevilla y la Universidad de Sevilla, en el año 2010 se publicó el libro Fiestas de toros – Bosquejo Histórico, de Bernardino de Melgar y Abreu, Marqués de San Juan de Piedras Albas.

Esta obra, que fue editada por primera vez en 1927, es una historia de la tauromaquia que analiza el origen de la Fiesta, la presencia del toro en la Biblia, en el Derecho, en las Cortes de Castilla y en el Consejo de Castilla; profundiza de forma muy particular en las relaciones de Santa Teresa de Jesús con el mundo de los toros y, entre otras muchas secciones, contiene un estudio del festejo popular conocido como "El Toro de San Marcos".

Para incluir una valoración de este libro, no será necesario que esboce unas notas propias, pues resultan mucho más solventes las ofrecidas en Ritos y Juegos del Toro por don Ángel Álvarez de Miranda, Catedrático de Historia de las Religiones en la Universidad de Madrid:

… a pesar de sus deficiencias y sus limitaciones, es necesario considerar [a la obra del Marqués de San Juan de Piedras Albas] superior, en conjunto, a todas las publicadas hasta entonces”.

Fiestas de toros – Bosquejo Histórico abrió nuevos cauces a los interesados por la investigación del origen de este espectáculo taurino y asentó pilares sobre el conocimiento de la historia del toreo. Un libro que ha sido y siempre será referencia obligada para todo aquél que quiera conocer la Fiesta de los Toros.
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Título: Fiestas de Toros. Bosquejo Histórico.
Autor: Bernardino de Melgar y Abreu, Marqués de San Juan de Piedras Albas
Edita: Universidad de Sevilla Publicaciones
Precio (aprox): 35,00 €
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Lagun
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15/7/11

La “penúltima” ocurrencia en los sanfermines: el encierro en las casas de apuestas



Todos somos conscientes de la evolución que los encierros vienen experimentando en las últimas décadas. Y Pamplona, donde tanto se habla de tradición y esencia, viene a ser la localidad que más contribuye a ese proceso, pues nos suele sorprender cada año con alguna iniciativa que se agrega al rito del encierro y que contribuye a su progresiva transfiguración.

En estas fiestas de San Fermín 2011 también hemos tenido un hecho novedoso que, si bien no afecta al desarrollo de la carrera propiamente dicha, nos da la medida de cómo el encierro puede ser transportado a nuevas dimensiones que hacen de él algo muy distinto a lo que siempre fue.

En el mes de octubre de 2010 aparecieron las máquinas de apuestas en la Comunidad Foral de Navarra, tanto en locales especializados de casas de apuestas deportivas como en establecimientos de hostelería; y para los sanfermines de este año 2011 ya ha habido empresas que han ideado la posibilidad de realizar apuestas sobre el encierro. Concretamente, sobre su duración.

Cualquier persona (mayor de edad, lógicamente) podía realizar apuestas sobre el tiempo de duración de cada uno de los encierros, tomando como referencias el cohete de salida y la entrada del último toro en los corrales, y eligiendo entre cuatro posibilidades: menos de 160 segundos de duración; entre 160 y 210 segundos (ambos inclusive); entre 211 y 240 segundos (ambos inclusive); y más de 240 segundos.

La imagen que encabeza este texto es de una foto que tomé a la pantalla de una de las máquinas de apuestas, en la que aparece el cuadro correspondiente al encierro del día 12 de julio, que correrían los toros de Victoriano del Río. Como se preveía rápido, los premios para ese día iban desde multiplicar la apuesta 2,60 veces en el caso de elegir un encierro que durase menos de dos minutos cuarenta segundos, hasta multiplicarla 4,75 veces en el supuesto de decantarse por una duración superior a los cuatro minutos. Las otras dos posibilidades intermedias se pagaban a 3,00 y 3,85 veces, respectivamente.

Los tiempos de duración de los encierros de este año han sido los siguientes:

Día 7, Torrestrella, 2:30.
Día 8, Cebada Gago, 3:10.
Día 9, Dolores Aguirre, 2:56.
Día 10, Miura, 2:29.
Día 11, Fuente Ymbro, 2:33.
Día 12, Victoriano del Río, 2:16.
Día 13, El Pilar, 2:11.
Día 14, Núñez del Cuvillo, 2:20.

Es decir: salvo los días 8 y 9, que la opción que resultó ganadora fue la segunda: entre 160 y 210 segundos; los otros seis días de encierro ganó la opción más rápida de la carrera, la de menos de 160 segundos, y quien acertase esas apuestas habrá ganado una cantidad de dinero a costa del encierro que irá en proporción a lo apostado, lógicamente.

Es verdad que se ha elegido como criterio de apuesta el aséptico (en principio) factor de la duración del encierro, que es fácil de determinar, tiene estadísticas históricas y, en principio, se puede presentar y vender bajo la fórmula de una apuesta "deportiva" más. Pero se me plantean una serie de interrogantes al respecto:

¿Cabría la posibilidad de que los titulares de las ganaderías, a título particular, o la Unión de Criadores de Toros de Lidia, como colectivo, intenten negociar en las próximas ediciones de los sanfermines un tanto por ciento del dinero que se genera en estas apuestas, al igual que ocurre con las quinielas en el fútbol? ¿Por qué no?

¿Y los corredores del encierro? Sí, ya sé que resulta imposible, pues la participación es voluntaria, anónima (¡?) y no estamos representados por ningún colectivo.

Pero, ¿y los pastores del encierro? Al fin y al cabo, de la labor de este colectivo y de su elección de los cabestros que corren cada día puede depender en gran medida la duración del encierro.

Y... ¿Cabría la posibilidad de establecer apuestas sobre el número de corredores heridos en cada encierro? Ese particular queda fijado cada día y, además, también hay estadísticas históricas tomando como referencias tanto las ganaderías como los días de la semana. Por lo tanto, los elementos se dan para que sea factible, pero... ¿Sería ético? ¿Se permitiría?

Está claro que no suelo acertar cuando me pongo a hacer predicciones. Para este año pensé que tendría repercusión mediática la iniciativa de dos compañeros de correr el encierro con casco protector, y mi impresión se vio ratificada por el hecho de que la popular web “sanfermin.com” se hiciese eco por dos veces de la entrada que yo publiqué aquí en su día. Pero me equivoqué y, afortunadamente, no me consta que en este sanfermin 2011 se haya tratado mediáticamente ese tema. Ahora bien, el melón de las apuestas está abierto y, a partir de aquí, vamos a ver si alguien o algún colectivo opta por pedir su “rodaja”.

Por cierto, hablando de iniciativas pamplonesas en relación al encierro y el tiempo de duración de los mismos, la medida innovadora que se adoptó en el año 2005 de aplicar un líquido antideslizante en el tramo intermedio del recorrido del encierro y especialmente en la curva de Mercaderes con Estafeta sí que ha modificado en estos últimos años la dinámica, la configuración de manada y la velocidad en los encierros de Pamplona. Del mismo modo, el criterio de elección de los cabestros del encierro que se viene siguiendo desde el año 2007 también ha venido condicionando la configuración de las manadas en los encierros y, con ello, la dinámica y la velocidad de los mismos. Este año, en cambio, han sido muchos los días en los que los toros han abierto carrera.

Y ello me lleva a recordar otra iniciativa de la que se viene hablando en los últimos años en relación con los encierros de Pamplona: el hecho de que haya ganaderos que “preparan” a sus toros durante los meses previos a los sanfermines para que realicen un “buen” encierro y, ya de paso, pensando también en la lidia de la corrida vespertina.

De este tema, concretamente, se habló en las tertulias que cada mañana de encierro presenta y dirige Javier Solano en un salón del Hotel Maisonnave (por cierto: que vuelva Solano a presentar el especial de TVE, por favor; que el de este año ha sido igual de malo que el anterior, y Patxi Fernández sigue demostrando que carece de capacidad para sostener todo un programa de televisión sobre el encierro y menos aún la tendría para aguantar una tertulia de una hora en un salón que siempre está abarrotado de corredores del encierro).

Pues bien, en esas tertulias del Maisonnave se comentó que la supuesta “preparación” de los toros está contribuyendo a elevar la velocidad con la que se vienen desarrollando los encierros en los últimos años, pero que también se está viendo que estos toros “preparados”, más poderosos y musculados, pueden realizar estragos en las calles del recorrido de la Vieja Iruña cuando se rompe el encierro y se quedan sueltos. Y Javier Solano puso el ejemplo del toro Universal, de la ganadería Marqués de Domecq.


Cabeza de Universal, de Marqués de Domecq, que se exhibe en el salón del txoko Adarraunditxokoa


Universal, que se quedó suelto en la Plaza Consistorial, protagonizó el encierro corrido en Pamplona el día 12 de julio de 2007, causando seis de los siete heridos por asta de toro de aquel día y provocando escenas de enorme poderío en los distintos tramos del encierro que hizo en solitario.

Terminada la tertulia, en un aparte, le recordé a Javier Solano otro toro que se enseñoreó de las calles del encierro el día 11 de julio de 2005: Vaporoso, de Jandilla, que se quedó suelto desde Mercaderes y causó tres de los cuatro heridos en aquel encierro, entre ellos un sargento de la Policía Municipal que se encontraba detrás del vallado, incluso. Un toro que demostró tal poderío que en los últimos 20 metros de la calle Estafeta pegó un arreón tremendo contra los mozos que tiraban de él hasta que consiguió alcanzar, embestir y zarandear a un corredor contra el vallado de la derecha de Telefónica.

Son sólo dos ejemplos de este nuevo tipo de toro que en los últimos años se está seleccionando para Pamplona y que junto a innovaciones como el antideslizante o medidas como la elección de los cabestros están condicionando la velocidad con la que se viene corriendo el encierro desde el año 2005; siendo rapidísimos en particular los de este año 2011, en el que destaca la carrera que realizó Resistón, de El Pilar, que voló por la calle Estafeta el día 13 y arrolló a cuantas corredores quisieron aguantar su velocidad.

Por último, no quiero dejar en el olvido de este comentario que en los sanfermines 2011 sólo se han registrado cinco heridos por asta de toro. Un número inferior a la media habitual y que, sin olvidar a los afectados y desearles una pronta recuperación, es motivo de felicitación. Y también un dato estadístico. Lo digo por la “penúltima” idea en relación con los encierros:


“se abren las apuestas”.
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Lagun
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NOTA: quiero agradecer a mi amigo y compañero C. B. las atenciones que siempre tiene conmigo y, para esta entrada en concreto, que me haya abierto las puertas de “Adarraunditxokoa” y me haya dado autorización para publicar la foto de la cabeza del toro “Universal”.
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6/7/11

Toreo a la Suiza, Suerte del Palenque o Toro de los Mozos Molineros

Apunte a tinta – Autor: José Puente – Fuente: ABC 26.05.1992


Fue Francisco Montes, “Paquiro”, quien fijó en el segundo tercio del siglo XIX los cimientos de la estructura y el orden de las corridas de toros tal y como hoy las conocemos. Hasta entonces los festejos taurinos tuvieron un desarrollo que no estaba sujeto a unas reglas tan concretas como las actuales, de tal forma que a cada toro que se soltaba en el ruedo se le solía dar un tipo de lidia distinto y se le practicaban unas suertes muy variadas. Una de ellas recibía en la mayor parte de España la denominación de “toreo a la suiza” o “suerte del palenque”.


Desde la Edad Media, al menos, era costumbre que los reyes que acudían a presenciar una función taurina ocupasen un palco principal, a cuyo pie se disponía un zaguanete de guardias reales con la misión de proteger dicha instalación de las posibles acometidas de los toros, haciendo huir a los animales con las alabardas que los miembros de ese cuerpo de guardia portaban habitualmente como armamento. Alabarda a la que popularmente se llamaba "suiza", por haber sido introducida en España por la infantería de ese país centroeuropeo, y dio nombre a la expresión "toreo a la suiza".

Esa disposición de los guardias reales en los festejos taurinos fue usual en tanto en cuanto el desarrollo de los mismos tuvo lugar en recintos que no disponían de barrera o ésta carecía de la suficiente solidez o seguridad. No obstante, cuando se empezaron a acondicionar cosos especiales, se mantuvo después como elemento protocolario de las funciones reales más extraordinarias.


La fotografía anterior debe ser, muy posiblemente, de la última vez que se dispuso esta formación de la Guardia Real en un festejo taurino. Lo que resulta difícil es ponerla fecha. Al menos para mí; pues en las distintas webs donde aparece publicada se da una distinta: de 1879, con ocasión de la corrida celebrada en Madrid para festeja la boda de Alfonso XII con Maria Cristina de Habsburgo; de 1902, durante la corrida celebrada en Madrid con motivo de la coronación de Alfonso XIII; y de 1929, en una corrida celebrada en Sevilla. Personalmente, la barrera de la instantánea no me recuerda a la de la antigua plaza de Madrid por varios detalles, sino más bien a la de Sevilla, y en 1929 se celebró allí la Exposición Iberoamericana, que pudo dar a pie a una exhibición de esta antigua misión de la Guardia Real, pero...

En todo caso, resulta impactante la imagen de los guardias reales aguantando la formación ante la cercanía del toro con sus alabardas apoyadas en la barrera para resistir el empuje de las embestidas.

Esa maniobra de defensa practicada por los miembros de la Guardia Real con sus alabardas derivó en un tipo de suerte taurina que, como ya queda apuntado, recibía los nombres de "Suiza" o "Palenque".

Francisco de Goya – Grabado 17: “Palenque de los moros hecho con burros


Esta suerte taurina, como forma de lidia ya específica que se incluía en la programación de los festejos, se caracterizaba por ser predominantemente popular y por el hecho de que su finalidad era la de dar muerte al toro y no la de defenderse de él.

La definición más antigua nos la ofrece el humanista e historiador Gonzalo Argote de Molina (1549-1596), a quien debemos una compilación de textos medievales de extraordinario valor y, concretamente, en “La montería de los toros en el coso” nos dice que: “En Andalucía, en la ciudad de Baeza, se acostumbra por los mancebos de una villa a ella sujeta, llamada Vilches, esperar en la plaza al toro un escuadrón de piqueros, y al tiempo que el toro embiste en ellos, lo levantan por el aire sobre las picas, y le tienden en la plaza muerto, que es suerte de mucha destreza, a cuya forma de regocijo llaman la suiza”.

Ni que decir tiene que, además de destreza, para esta suerte era preciso que los hombres tuviesen valor, fuerza y experiencia para saber actuar de manera conjuntada y armónica. Y, por otro lado, que a la forma de sentir actual se antoja que la suerte era muy cruenta.


Esta forma de lidia popular debió estar bastante extendida por la Península, pues también fue practicada en la Villa y Corte, como nos indica Rafael Cabrera Bonet en su artículo “La iniciativa empresarial privada en el devenir del festejo madrileño del siglo XVIII”, donde recoge que en la programación de los festejos que tuvieron lugar en Madrid los días 19 y 30 de septiembre de 1737 aparecía la suiza entre las distintas formas de lidia previstas; y que sería ejecutada por “mancebos”, lo que confirma su índole popular. Cabrera Bonet recoge en ese mismo artículo otros festejos en la Capital de 1758 y 1766 en los que también se programó la misma suerte.


El hecho de que la suerte del palenque, o la suiza, se practicase en la capital del Reino nos da cierta medida de la posible popularidad que debió tener en distintas regiones de la Península. De hecho, también se realizaba en la zona del valle del Ebro, pues contamos con documentación que nos acredita que fue costumbre muy arraigada incluir esta suerte en Pamplona con ocasión de las fiestas del Glorioso San Fermín. Y hay que dejar señalado que allí, en Pamplona, a la suerte del palenque se la conocía con una denominación que resulta muy llamativa: “Toro de los Mozos Molineros”.


Luis del Campo, en su obra “Pamplona y Toros. Siglo XVII”, nos da cuenta de la raigambre que tuvo el palenque en Pamplona durante los siglos XVII, XVIII y parte del XIX, y que era realizado por los “mozos molineros” como “número que rarísima vez faltó en las corridas de toros pamplonesas”.

Se pregunta el insigne historiador pamplonés que si fueron ejecutores sobresalientes de esta suerte los servidores de los molinos para arrogarse el monopolio de su práctica. Y dice que, hipotéticamente, lo considera posible.

Por otro lado, también nos descubre Luis del Campo que la lanza o pica con la que ejecutaban la suerte los mozos molineros recibía el nombre de “garrochón”. Y continúa explicando que “en cualquier época el palenque lo dieron, ocho o diez hombres o mozos valientes y formando cuadrilla con garrochones o picas, pero con la finalidad no de frenar las acometidas de la res, sino de forcejear con ella e intentar matarla. Se comprende que no se autorizara el palenque en Pamplona hasta que se considerara como normal matar el toro en el ruedo, razón para encontrar una de sus primeras citas, posiblemente sin ninguna otra anterior, en 1650”. Además, Luis del Campo aporta partidas de gastos de otros años posteriores que acreditan la continua inclusión de la suerte en los festejos taurinos de la capital navarra.

Tan arraigada era la costumbre que hasta bien entrado el siglo XIX perduró la práctica de esta suerte. Koldo Larrea, en “Pamplona y Toros. Siglo XIX”, deja anotado que en 1831 “el llamado toro de los molineros toca a su fin. Lo que fue tradicional durante siglos se maleó en los últimos años al pretender remuneración”. Aún así, anota su inclusión en las fiestas de los años 1832, 1833, 1844 y 1845.


Precisamente por esas fechas, como decía al principio, Paquiro impulsó la estructura y el orden actuales de las corridas de toros, y ello debió ser la causa principal de la eliminación en los ruedos españoles de antiguas suertes taurinas como la del palenque. No obstante, su carácter popular debió propiciar que se siguiera practicando en las fiestas de las localidades donde era tradición.

Ahora bien, hay que convenir que el palenque traía causa de la primitiva suerte de la lanzada, y que su crudeza fue provocando la paulatina desaparición de todas las prácticas derivadas de aquélla. Actualmente, en España sólo perdura un festejo popular con una práctica que tiene su origen en la suerte de la lanzada, aunque en este caso se realiza de forma individual: el Toro de la Vega, en Tordesillas (Valladolid), que obtuvo la declaración de Fiesta de Interés Turístico de España por Resolución de la Secretaría de Estado de Turismo de 18 de enero de 1980.
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Lagun
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